Oaxaca de Juárez, 4 de octubre. Con el anuncio del presidente Vladimir Putin ante las Naciones Unidas de tomar acciones más contundentes en Siria a manera de defensa ante amenazas terroristas, la última semana hemos sido testigos del poder militar y estratégico que todavía Rusia ostenta. Muchos han apostado a que ésta puede ser una de las peores acciones que podría llevar a este presidente a perder el poder en Rusia, sin embargo en esta ocasión abordaré las razones por la cuales la intervención rusa en Siria puede ser un hito dentro del orden mundial existente.
Siria es un país que se encuentra en medio de tres frentes de guerra bien definidos, el primero es la insurgencia que busca derrocar al gobierno de Bashar al- Assad (que entró al poder desde hace quince años) y que al principio era claro el apoyo que recibía por parte de Estados Unidos. Lamentablemente para Siria, pocos eran los intereses de este país por terminar las amenazas que suponían para su soberanía. No obstante, con el fortalecimiento del Estado Islámico, en gran parte gracias a patrocinios indirectos de Estados Unidos por el apoyo incondicional que éste brinda a Arabia Saudita (país que ha sido semillero de grandes figuras dentro del EI), un tercer grupo entro en la partida de ajedrez.
Obviamente Estados Unidos estaba entre la disyuntiva de apoyar a la insurgencia, aunque esto conllevara ayudar al Estado Islámico, que paradójicamente está en contra del gobierno de al-Assad no por ser aliado de Rusia (como Estados Unidos) sino por pertenecer a una rama del Islam contraria denominada “alauísmo”, o quedarse como claro enemigo del terrorismo y evitar meter las manos para ayudar a Siria.
Como podemos suponer, el panorama estaba bastante crítico para que Estados Unidos pudiera actuar de la manera en que acostumbra como lo hizo con Iraq. Sin embargo, para Rusia las cosas pintaban un tanto más sencillas. Rusia desde el principio se supo aliado incondicional del gobierno de al- Assad y el no haber entrado en algún momento hubiera sembrado la desconfianza entre Siria, Rusia e Irán que también busca derrocar la amenaza de EI en medio oriente.
Si bien es cierto que Rusia actúa de la misma manera que tanto critica a Estados Unidos, es decir el no “preparar el terreno a nivel doméstico”, lo cierto es que el gobierno de Putin poco ha tenido de democrático y mucho es el despotismo que ha despertado este presidente en el pueblo ruso. Por lo anterior, pienso que el análisis de que la estrategia de Putin lo pueda llevar a la ruina, dista mucho de lo que en realidad puede ocurrir.
Claro está que si Rusia logra apaciguar las cosas en una Siria devastada, ésta se convertirá en un bastión de Rusia, apoyándonos un poco en el mapa podemos ver que mientras Iraq ha funcionado como un bastión para Estados Unidos durante los últimos años, Siria se convertiría en un foco crítico para la geopolítica global. Con lo anterior, no pretendo que se piense que estamos regresando a la remota epóca de la Guerra Fría en la que dos potencias se encuentran en un equilibrio bipolar. Sino entender que estamos ante un paradigma neorrealista en el que el Estados Unidos ha perdido el monopolio de “sheriff del mundo” para convertirse en un país que tiene que compartir sus victorias.
Rusia hoy por hoy se ha destacado por evitar a toda costa que Estados Unidos se siga creyendo el único poderosos y con su intervención en Siria no sólo ha dado clases de estrategia a otros países sino nos demuestra el poder que sigue teniendo a pesar de los años. Pienso que todavía queda mucho por ver de Rusia y de lo que nos depara como comunidad internacional.

