Denise Dresser
Doctora en Ciencias Políticas
México, D.F.
Distinguida Doctora.
Oaxaca de Juárez, 6 de junio. Quien se dirige a usted, Jorge Luis Díaz, es un ciudadano oaxaqueño, mexicano, que a lo largo de mucho tiempo ha seguido su trayectoria académica y que también, durante los últimos años, se vio fascinado pero sobre todo motivado por su impulso a las ideas democráticas y a la construcción de ciudadanía en este país, país donde tanto hace falta.
En 2009, cuando recientemente me titulaba en Ciencias Políticas, me vi atraído por el movimiento –de submovimientos- que impulsó usted, el llamado “Voto Nulo”, apoyado también por otros académicos y analistas de la talla de José Antonio Crespo, Federico Reyes Heroles, Sergio Aguayo, Jaime Susarrey, López San Martín, entre otros más. Hecho por el cual comencé a informarme mayormente sobre el tema, debido también a que existía un antecedente importante en mi literatura, esa fascinante obra de José Saramago llamada “Ensayo sobre la lucidez”.
¡Cómo no verme influido por palabras tan impactantes como las que mencionaba el Ministro de Defensa en la “Ciudad X” de Saramago!..
“Hubo una época de nihilismos más o menos líricos, más o menos sangrientos, pero hoy lo que tenemos ante nosotros es terrorismo puro y duro, diverso en sus caras y expresiones, pero idéntico así mismo en su esencia (…)”
Palabras que decía al gabinete, ante el aterrador suceso de que 83% de la población había votado en blanco, tras repetidas elecciones municipales en esa ciudad.
Mi pregunta Doctora, pero sobre todo mi ilusión era, ¿será posible?, ¿será posible aleccionar a la clase política mexicana y oaxaqueña de tal forma que no haya duda del hartazgo que existe entre nosotros?, ¿será posible que las reglas electorales, la rapiña presupuestaria, la forma de hacer política, las promesas incumplidas, la corrupción, cambien y mejoren en este país?
Comencé a pensar que votar nulo o escribir en la boleta “esperanza marchita” como también usted impulsaba junto con Aguayo y la organización “Propuesta Cívica”, podía tener frutos. Sin embargo, mi ilusión, mi idealismo joven, a lo largo de un par de semanas, mucho antes de la elección de ese año, empezó a cambiar. Cambió cuando no encontré casos exitosos –países o ciudades- donde el efecto de votar nulamente, blanco o por un candidato no registrado fuera devastador, fuera alertante para las élites políticas. Al menos en este mundo, esas “Ciudades X” de Saramago no han existido.
Argentina fue uno de esos casos fallidos. En 1957, como usted seguramente recordará, convocó a una convención constituyente donde 2,115,861 argentinos votaron en blanco contra 2,106,524 que sí votaron e hicieron ganar a “Unión Cívica Radical”, convocada en ese entonces por Juan Perón, tras no tomar en cuenta a su partido, el “Justicialista”. Aunque los votos blancos y nulos fueron mayores, la decisión se definió por quienes sí votaron.
Perú fue otro. En 1980 el porcentaje de ausentismo fue de 21.3 y el porcentaje de votos blancos y nulos de 22.2, es decir, un total de 43.5% que no votó por algún partido político, sin embargo, definieron a su presidente bajo esas cifras.
Francia en su primera vuelta en el 2002, con 11,698,956 abstenciones; 997,262 votos blancos y nulos contra 29,495,733 votantes por algún partido, de un total de 41,194,689 franceses, teniendo pues, el nivel de abstencionismo y de votos blancos y nulos más altos de su historia no logró algo concreto.
Otro caso, doctora, fue el de España en 2004, cuando para elegir a 54 diputados del parlamento, de un total de votantes de 45.14%, el porcentaje de votos nulos fue de 0.98% y en blanco de 0.61%, pero el nivel de abstencionismo fue de 54.86%, mucho mayor a la votación total, sin embargo, los 54 diputados fueron elegidos.
Me di cuenta pues, que votaciones y movimientos así habían existido, pero que, pese a ello, el común denominador que habían guardado, era que, incluso a veces siendo mucho mayor el porcentaje de ese tipo de votación, la jornada electoral había sido definida por quienes emitieron una votación diferente a la blanquista, nula o por candidatos no registrados.
2009 doctora Dresser, fue el último caso que marchitó mi esperanza de la efectividad de un voto nulo. Después de ese gran movimiento que usted y sus colegas impulsaron, los 1.3 millones de votos nulos –la cifra más alta en nuestra historia- no lograron impedir que las curules fueran asignadas mediante la muy baja cifra de quienes sí decidieron votar por uno u otro partido o sus candidatos.
Después de ello, siguió 2012, después de 2012 llegó el 2015 y usted, doctora, sigue impulsando algo que hoy ya no me parece un movimiento con un rumbo claro y preciso, un medio o fin último y colectivo, una propuesta de una ciudadana brillante hacia ciudadanos no tan brillantes, si no, disculpe que lo diga, me parece un capricho idealista, académico, pasional. En parte lo comprendo, a veces los académicos leemos demasiado y por tanto deseamos demasiado, pero nuestra realidad, la mexicana, no desea de la misma forma que nosotros.
No desea igual porque a la mexicana y al mexicano promedio, no le importa saber quién es su candidato o candidata, cuál es su propuesta específica, qué ha hecho antes si ya pasó por el congreso, qué y cómo votó, si ya hizo su declaración patrimonial, de impuestos y de intenciones, su #3de3. Las y los mexicanos promedio no utilizan internet para entrar a candidatotransparente.mx e informarse de ello, o para ingresar a mexicanosprimero.org y saber la situación que guarda la educación nacional. Las y los mexicanos utilizan el internet para chatear, no para leer de política y la situación que guarda el país económica o socialmente, para ver novedades, buscar juegos, o utilizar las redes sociales como medios lúdicos más que informativos y proactivos.
Y eso doctora Dresser, hoy, más que nunca, usted lo ha olvidado. Ha olvidado que decirle al mexicano y mexicana promedio “Anular es Votar” es la excusa que están esperando para seguir en su estado de pasividad ante lo público. Es la excusa que necesita el grueso de la población a la que no le interesa participar en los acontecimientos relevantes, no del país, sino de su colonia, de su manzana, de su escuela, de sus comités de padres, de su universidad, de su trabajo, de su municipio, de su comunidad. ¿A caso ya olvidó ese laberinto en el que vive el mexicano? ¿Ya olvidó cuando Octavio Paz menciona que esa indiferencia del mexicano ante la muerte se nutre de su indiferencia ante la vida?
Darle a este país una frase como “Anular es Votar” es seguirlo condenando a sus culpas existenciales y condenar sus generaciones. No señora, Anular NO es votar. Porque en este país un voto nulo no tiene absolutamente ningún efecto legal, tampoco forma parte de una población con un alto nivel de conciencia e información, tampoco se le resta presupuesto a los partidos, ni mucho menos se infringe en la moral de los políticos.
Doctora Denise, el sufragio como mecanismo definitorio de un sistema partidista es de la primera década del siglo XX, para el caso mexicano la mujer logró ser tomada en cuenta para ejercer un voto hasta 1953, el hecho de que hoy , usted y otros más, continúen creyendo que “Anular es Votar” ¿es una evolución de la Ciudadanía? Mientras el “Voto Nulo” no tenga un proyecto de nación, Anular señora Denise, Anular NO es VOTAR. Sinceramente, ojalá lo piense mejor.
Respetuosamente, un Ciudadano.