Oaxaca de Juárez, 19 de enero. Álvaro es un empresario textilero, pero no aquel que es dueño de fábricas, sino un oaxaqueño experto en el arte del telar con pedal de chicote, un legado que heredó de su familia y que lo ha catapultado por el mundo.
Cobijado por las montañas de la Mixteca, desde muy pequeño aprendió el oficio de mezclar algodones y pinturas y convertirlos en telas frescas con las que elabora manteles, colchas, cojines, rebozos, etc.
Se trata de un joven -tiene 38 años- originario de Pericón, Apazco Distrito de Nochixtlán en Oaxaca, padre de dos niñas Itahí Citlalli y Keyla Yuridzi y esposo de la bióloga Paula Guadalupe, quien es también la creativa de la marca “El Manantial” donde “tejen los sueños” de sus clientes, en su mayoría turistas que buscan sus creaciones originales.
Álvaro, pertenece a una familia grande que se compone de 7 hermanos, aunque uno ya falleció. Es un hombre orgulloso de sus raíces que desde pequeño soñaba con estar en boca de todos, a través de sus tejidos.
En el Peñón estudió hasta el bachillerato y cuando adolescente probó de todo, incluso cristalizar el famoso sueño americano. Quería ser licenciado en idiomas, pero no lo logró. Trató de convertirse en un profesionista pero antes tenía que pensar en comer que en estudiar.
En el Instituto Tecnológico de Oaxaca conoció a su esposa. Ambos, no la pasaron bien al principio y deciden venir a la capital a buscar una mejor vida. Vendieron en el Andador Turístico, afuera del Palacio de Gobierno, en las calles del centro histórico, hasta que la mitad de la familia decidió separarse y abrir un lugar estable en Pueblo Nuevo, un taller donde crean diseños para decoración de interiores o uso personal pero con un toque artesanal moderno.
Hoy, después de muchos años de trabajo. tiene una tienda-taller que la muestra con orgullo, ha registrado su marca, montó un taller nuevo, ha viajado por el mundo, vende por internet, y ofrece sus creaciones en Japón, España, o en los Estados Unidos.
Es un hombre emprendedor con una gran ambición por alinearse con las tendencias contemporáneas, pero nos explica que exportar no es fácil por los costos en los envíos, lo que encarece las prendas que de por sí no son baratas por las horas de trabajo que se necesitan para hacer una tela, sin errores, con colores brillantes en donde utilizan la grana cochinilla, la flor de pericón, el azul añil, la tierra roja, la cáscara de granada o el zapote negro.
“Nosotros hacemos prendas 100 por ciento de algodón, estamos en el mercado y nuestro objetivo es exportar a todo el mundo, que conozcan a Oaxaca por sus textiles, sus manos maravillosas y su arte”.
Cuenta que cuanto la pandemia, para la familia López Jiménez fue una oportunidad, no un obstáculo porque hicieron cubrebocas que se vendieron muy bien y realizaron una colección que “aterrizó en la elaboración de 3 mil servilletas y manteles que se vendieron muy bien”.
Álvaro se ha diversificado, hoy tienen una colección llamada “Tivichi” que significa “animalitos silvestres y domésticos”, dirigido a los niños para que conozcan la importancia de los animales en la gran cadena natural y desarrollaron cuatro puntos:
- Al salir de viaje, no se te olvide tu Tivichis
- Al ir a descansar, mientras duermes, Tivichi cuida tus sueños
- Sino tienes quien te espera, en casa tu Tivichi lo hará
- Recuerda que tu Tivichi se baña cada dos meses, no come ni hace tarea
La familia de Álvaro tiene más de 35 años de experiencia, cuenta con el sello de calidad mexicano del Instituto Nacional de Renacimiento Indígena y Artesanal. el reconocimiento del Museo Textil de Oaxaca por el uso de tintes naturales, así como la Universidad Tecnológica de Oaxaca.
El Manantial está dedicado a crear piezas exclusivas de calidad en donde se plasma la cultura oaxaqueña que ya es parte del mundo. A la entrada de la tienda que está abierta al público se observa un códice en donde se explica todo el proceso que involucra hacer un textil y mostrar el patrimonio oaxaqueño.