Oaxaca de Juárez, 29 de septiembre. El acuerdo anunciado con tanto entusiasmo por el gobierno de Juan Manuel Santos la semana pasada dista mucho de ser una solución al problema que representan para la seguridad las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia. Si bien hay muchos elementos que definen a los acuerdos como un hecho histórico hay varios puntos en contra del mismo gobierno de Juan Manuel Santos.
En primer lugar podemos abordar el hecho de que las negociaciones terminan principalmente por falta de recursos, claro, por parte de los delegados del gobierno colombiano, porque como es de esperarse los delegados por parte de las FARC reciben grandes recursos de otras fuentes. Del mismo modo, entablar un diálogo de casi tres años de negociación desgasta hasta al más paciente.
Por su parte los acuerdos celebrados en La Habana a todas luces son producto de negociaciones en las que es el Estado quien ha cedido más. Se quedó en concentrarse en castigar delitos como el secuestro, desplazamientos, tortura, violencia sexual y reclutamiento de menores. Sin embargo, se sigue sin acordar la manera en la que estos delitos serán castigados y por quién. Por otro lado, se ha acordado que el 80% delos jueces que sean los encargados de llevar los casos en contra de quien resulte culpable serán colombianos y el resto de procedencia extranjera. No obstante, en los acuerdos jamás se abordan las instancias internacionales que se encargarán de la observancia de las penas y del seguimiento al debido proceso.
Por otro lado, las penas se dividen en tres tipos, para las personas que reconocen el delito, para las personas que los reconocen tarde y para los que niegan el delito. Nunca se explica quiénes pueden ser sujetos a averiguación ni de qué manera estos serán imputables en caso de que no reconozcan el delito por el simple hecho de que ellos no lo cometieron.
Así pues, es clara la fragilidad de las instituciones en Colombia y es también claro que los acuerdos de paz dejan mucho que desear. Si bien, se han llegado a ciertos puntos de convergencia todavía faltan las particularidades, los métodos, las fechas y las formas. Por lo anterior, es bueno reflexionar sobre cómo cambian as necesidades en un Estado donde las instituciones han estado impregnadas por la corrupción y el crimen organizado y la guerrilla ha permeado en muchas de sus instituciones.

