Oaxaca de Juárez, 7 de junio. En los últimos días y con los ánimos de las elecciones muchas voces salieron a defender al voto nulo, argumentando que es una medida adecuada para hacerse escuchar y denunciar las inconformidades que como ciudadanos tenemos respecto a nuestro sistema, partidos políticos, candidatos, etc. No obstante, es importante recalcar la falta de validez que este acto de protesta tiene ante nuestro sistema electoral. En esta columna pretendo hacer un breve análisis de política comparada en el que hago un símil entre el voto nulo y el denominado “voto blanco” que es utilizado como mecanismo de protesta en países como Colombia.
En primer lugar, es importante resaltar que mientras el voto nulo carece de toda institucionalidad válida que nos garantice que éste sí cuenta, el voto blanco es un mecanismo bastante usado, promovido y reconocido por algunos Estados. Este tipo de voto si pretende ser un vínculo entre los ciudadanos inconformes y el gobierno y cuenta con toda la validez, dando lugar al abstencionismo democrático toda vez que ninguno de los candidatos puedan cumplir con el rol de representantes.
Mientras en México se promueve el voto nulo, es importante mencionar que los mitos que lo rodean en ocasiones son perversas artimañas que pretenden ayudar a ciertos partidos (por lo general a los más importantes). El mecanismo del voto nulo en México carece de toda validez desde que las boletas anuladas se cuentan por separado, de tal suerte que el número de votantes es más chico y un voto puede ayudar más al partido que vaya a la delantera.
Por el contrario, el voto blanco tiene un lugar especial dentro de la boleta electoral y es contado junto con todos los votos, dependiendo del país y su legislación será lo que procede en caso de que el voto nulo sea el ganador de las elecciones. Por poner un ejemplo, en el caso de Colombia, si el voto blanco fuese el que gane las elecciones, el Estado tiene la obligación de realizar otros comicios con distintos candidatos.
En México iniciativas como “anular el voto #valeysevale” son sólo una clara muestra de lo poco que conocemos a nuestro sistema electoral y lo obsoleto que éste ha resultado ser ante las nuevas exigencias de los ciudadanos. Países como Colombia son un claro ejemplo de la disparidad de opiniones y la inestabilidad política, por tanto, ha sido responsabilidad del Estado promover sanos mecanismos de protesta. Como sociedad informada es nuestra responsabilidad exigir estos mecanismos en todo momento y no sólo durante los periodos de elecciones.


