Oaxaca de Juárez, 2 de julio. «Si… » (“If—” en su versión original) es un poema escrito en 1895 por el autor inglés Rudyard Kipling QUE NACIÓ EN BOMBAY, INDÍA, y que conforma las reglas del comportamiento británico.
Está escrito en un tono paternal, como un consejo para el hijo del autor, John.1 «Si…» es un ejemplo literario del estoicismo de la época victoriana.2
Su reconocimiento internacional queda patente por el gran número de versiones y parodias que ha inspirado, así como por la amplia popularidad que todavía hoy tiene especialmente entre los británicos (tal es así que fue votado el poema favorito de los británicos en una encuesta organizada por la BBC en 1995).
Uno de sus versos, «If you can meet with Triumph and Disaster and treat those two impostors just the same» («Si te encuentras con el Triunfo y la Derrota y a estos dos impostores los tratas de igual forma») está escrito en la pared de la entrada de jugadores de la pista central del torneo británico de tenis de Wimbledon. El poema completo fue leído por Roger Federer y Rafael Nadal para un vídeo promocional de la final masculina de Wimbledon de 2008.
Si…
Si puedes mantener la cabeza en su sitio cuando todos a tu alrededor
la pierden y te culpan a ti.
Si puedes seguir creyendo en ti mismo cuando todos dudan de ti,
pero también toleras que tengan dudas.
Si puedes esperar y no cansarte de la espera;
o si, siendo engañado, no respondes con engaños,
o si, siendo odiado, no incurres en el odio.
Y aun así no te las das de bueno ni de sabio.
Si puedes soñar sin que los sueños te dominen;
Si puedes pensar y no hacer de tus pensamientos tu único objetivo;
Si puedes encontrarte con el Triunfo y el Desastre,
y tratar a esos dos impostores de la misma manera.
Si puedes soportar oír la verdad que has dicho,
tergiversada por villanos para engañar a los necios.
O ver cómo se destruye todo aquello por lo que has dado la vida,
y remangarte para reconstruirlo con herramientas desgastadas.
Si puedes apilar todas tus ganancias
y arriesgarlas a una sola jugada;
y perder, y empezar de nuevo desde el principio
y nunca decir ni una palabra sobre tu pérdida.
Si puedes forzar tu corazón, y tus nervios y tendones,
a cumplir con tus objetivos mucho después de que estén agotados,
y así resistir cuando ya no te queda nada
salvo la Voluntad, que les dice: “¡Resistid!”.
Si puedes hablar a las masas y conservar tu virtud.
O caminar junto a reyes, sin menospreciar por ello a la gente común.
Si ni amigos ni enemigos pueden herirte.
Si todos pueden contar contigo, pero ninguno en exceso.
Si puedes llenar el implacable minuto,
con sesenta segundos de diligente labor
Tuya es la Tierra y todo lo que hay en ella,
y —lo que es más—: ¡serás un Hombre, hijo mío!


