Oaxaca de Juárez, 19 de enero. Como “desafortunadas” fueron calificadas las declaraciones del Papa Francisco cuando se le cuestionó sobre lo que opinaba de los atentados que sufrió la revista “Charlie Hebdo” la semana pasada. Con su ya acostumbrado estilo, el Pontífice aseguró que la libertad de expresión no puede ser una justificación para burlarnos de lo sagrado.
Con toda razón, los hechos que desencadenaron el ataque a Charlie Hebdo son igualmente condenables, luego de que la revista sacara otro número con la imagen de Mohammed con la frase “Todo está perdonado”. Pero lo que más llama la atención ha sido la demagogia y el proselitismo que ha desencadenado Charlie Hebdo no sólo en Francia sino en occidente.
Lo que es claro, es que la perpetración de estos ataques atentan contra los ideales más puros sobre los que está construida la “Republique”: Libertad, fraternidad e igualdad; asimismo, los actos de fraternidad que se dan entre Francia y Alemania (entre otros), al momento de responder a estas “afrentas” contra la libertad de expresión, carecen de sentido si pensamos en los muchos encontronazos que hay entre estos dos países dentro de la Unión Europea.
Del mismo modo cabría preguntarnos cuántos mandatarios han ido a Nigeria, Egipto y Ruanda para protestar contra el terrorismo que Francia ejecuta en ellos. Así pues, es pertinente preguntarse dónde queda la libertad de expresión en Francia al momento que alguien habla mal de los judíos dentro de un supermercado Kosher, mientras que a Charlie Hebdo se le permite burlarse en todo momento de lo que más les parezca.
No sé si a usted mi querido lector, le sea grato saber que hoy en día la sátira política no es una niña de seis años llamada Mafalda con ideas de grandeza, sino una revista donde se pueda ridiculizar la imagen de lo que para algunos es importante, incluso sagrado, bajo la premisa de que los que colaboraban en ella “se burlaban hasta de ellos mismos”.
Así es como otra vez en el mundo occidental, se logra justificar a la burla siempre y cuando exista el prejuicio del musulmán terrorista, al que cabe señalar, se le niegan derechos básicos como la libertad de credo. Pero no hay de qué preocuparnos pues dentro de este pedazo de mundo llamado occidente, todo se justifica porque somos lo suficientemente civilizados como para tener el poder (que nadie nos ha otorgado), de burlarnos de cuanto se nos presente.

