Villa de Santa María Oaxaca 2ª edición
Gerardo F. Castellanos Bolaños
Continuando con la misión permanente de abordar únicamente temas que contribuyan para dar a conocer nuestra raíz y aceptar que la grandeza, fuerza y sabiduría de los oaxaqueños viene de su grandioso pasado.

Saber de dónde vinimos va a levantar, sin duda, en menos tiempo, el ánimo de los oaxaqueños abatido por las circunstancias que todos estamos padeciendo.
Sin hacer ningún comentario y con mi agradecimiento fraternal, pongo a su consideración la primera parte del prólogo escrito por mí amigo, compañero seminarista y Maestro en Arquitectura Prometeo Sánchez Islas para la segunda edición del libro Villa de Santa María Oaxaca y cito textualmente:
“Quienes aman apasionadamente su suelo natal, escriben de él con entusiasmo, intenso calor humano y hasta exaltación.
“En ese tenor, la villa de Santa María Oaxaca, hoy conocida como barrio de El Marquesado, recibe en esta segunda edición del libro que le dedica su hijo Gerardo, una vehemente apología, enriquecida con datos históricos, salpicada de anécdotas locales y expuesta como ejemplo de la barbarie de los españoles invasores del siglo XVI.“Las crónicas y las citas que aquí aparecen, han sido rescatadas mediante la antigua pero útil práctica de la tradición oral, la cual ha llevado al autor a encontrar pequeños filones de oro en los documentos escritos acerca de este barrio. De esa forma, se ha convertido en algo así como el cronista de El Marquesado, a quien sus vecinos confían sus cuitas, y a quien se identifica con su misión personal de diferenciar claramente entre Santa María Oaxaca –fundada primero- y Antequera –implantada después-, ya que ambas fueron poblaciones distintas, aunque ahora se encuentren conurbadas y, en conjunto con otros pueblos fundacionales, se les identifique como Ciudad de Oaxaca, antes Antequera.

“Gerardo ha aprendido sobre la marcha algunas de las artes del historiador, aunque más bien ha sido su don para platicar el que le ha abierto las fuentes del conocimiento. En su redacción nos ofrece el compromiso personal con familiares y amigos -que abarcan prácticamente todo el barrio-, con un estilo que muestra lo que su papá le heredó “a lo chino”, dice él, que es “la pizca de picardía como el sazón ideal para hacerme reflexionar y reír”.
“Por este medio él espera que los artesanos, oficiales, ancianos y, sobre todos los jóvenes, revaloren su propio pasado y reconstruyan hasta donde sea posible su unidad y belleza original, o bien, reconstruyan, a partir de las fuentes históricas y orales, las virtudes de las gentes que fundaron y defendieron este fragmento de territorio desde mucho tiempo antes de que los europeos implantaran otras formas de organización, otra religión y otro lenguaje. Me parece que aquellos antiguos valores pueden ser apreciados el día de hoy, como la base de una renovación urbana, productiva y social, surgida del propio entorno pero adaptados a la época actual mediante las innovaciones que cada circunstancia exija.
“La ubicación geográfica de El Marquesado así como su infraestructura, es estratégica no sólo dentro de la mancha citadina, sino como acceso al amplio valle de Oaxaca, que comunica con facilidad hacia los otros valles del sur y del oriente, y que, desde tiempo inmemorial, fue vía obligada a los comerciantes y a los ejércitos que transitaron hacia la riquísima zona del Istmo de Tehuantepec y a la culturalmente famosa franja de Centroamérica. Gerardo apunta que cuando Santa María Oaxaca fue absorbida por la gran ciudad, “se convirtió en zona de paso”, por lo que hoy es el momento de planificar las acciones que le otorguen integralidad, rescaten su identidad barrial, integren los nodos y las vías de comunicación que posee, aproveche los edificios públicos y privados que están subutilizados o en mal estado, se mejore el sistema vial, especialmente el de peatones y vehículos no motorizados, y se le devuelva la belleza que presumió, con sus ojitos de agua, sus rosedales que atraían familias de toda la comarca, un río Atoyac limpio y seguro, y los talleres artesanales y de oficios, tan tradicionales como útiles.
“A este barrio, como a otros, la especulación inmobiliaria sumada a la miopía oficial, han propiciado, desde la época de Hernán Cortés, utilizar los espacios para beneficios personales y construir obras públicas sin planificación alguna, de modo que los barrios pierden su identidad, sus calles son sólo conexiones entre otros puntos distantes que se convierten en obstáculos para la vida cotidiana, lo que a su vez induce la emigración de las familias hacia sitios menos inseguros, menos feos o menos caros, amén de dejar perder elementos autóctonos como las fuentes públicas, los arcos triunfales, los puentes de piedra o madera, las ermitas, las capillas y los árboles de simbólica mitología. El Marquesado tenía, como todos los pueblos antiguos del mundo, esos elementos, que le otorgaban carácter y personalidad. Aún quedan algunos vestigios valiosos, como la maltrecha estación del ferrocarril, el templo de Santa María, el panteón, la traza urbana y el entorno ecológico desde el cerro del Fortín hasta el río Atoyac. Todo ello podría rescatarse, no para devolverlo a su estado de hace 100 años o de otras épocas anteriores, sino para desarrollar en sus habitantes el orgullo, el potencial para estudiar y trabajar ahí mismo, y el bienestar de un hábitat humanamente diseñado, que en su origen todas las villas tuvieron.“Pero quizá en su nombre actual se encuentre su perdición: se le llama “El Marquesado” porque fue parte del inmenso territorio que Hernán Cortés exigió para sí como pago por sus servicios a la corona de España, al que llamó Marquesado del Valle de Oaxaca y que llegaba desde Cuernavaca hasta Tehuantepec, lo que significa que dicho concepto se refiere a un tipo de administración feudal, que surgía cuando a alguna persona se le otorgaban tierras como recompensa o retribución, adquiriendo el nuevo propietario el título nobiliario de “marqués” y, obteniendo al mismo tiempo que nuevos blasones, las casas y gentes que quedaran insertas, lo que le daba el derecho de gobernar a su antojo, así como utilizar y dominar a sus ahora vasallos. En aquellos “usos y costumbres”, en boga durante la Edad Media, se fundamentaba el derecho de explotar al débil y de adquirir, por esa vía, la “nobleza” y la “hidalguía” que habrían de quedar plasmadas en retratos, bustos y escudos de armas, como demostración imperecedera de que las clases sociales sí existen, y no provienen de méritos intelectuales o morales, sino de premios por serle útil al poderoso. Con aquellas sabias palabras en su corazón, Gerardo se formó, de manera autodidacta, como cronista.

“Con su apasionado texto, asume la misión de concientizar a sus paisanos mediante el análisis de la información sobre el pasado de su barrio, cuyos resultados, ya sean altamente idealizados o rigurosamente prudentes, constituyen un llamado para impulsar acciones que lo mejoren y lo enaltezcan.
“De lograrlo, su libro habrá contribuido a redimir los pesares que a Santa María Oaxaca le ha impreso el tiempo.
Prometeo Alejandro Sánchez Islas
Miembro del Seminario de Cultura Mexicana y de la Construction History Society of America” Hasta aquí la cita.
Santa María Oaxaca, 9 de diciembre de 2016


